Me dediqué a mirarte, mirarte y mirarte,
nunca me cansé de mirarte a los ojos, hasta ahora lo hago. No, sus ojos no eran
verdes, y no, tampoco eran azules, pero ahí, justo ahí estaba mi verdadero
cielo. No lo entiendo, aun con mi mala memoria recuerdo tus ojos a la
perfección, y es que son los ojos morochos más lindos que he visto. Sus ojos cafés me quitaban el sueño por las noches y me
calentaban las mañanas al llegar al colegio. Es que al mirarlos detenidamente, todo lo
que él fingía ser caía a sus pies, quedaba expuesto y podía ver sus miedos,
sueños, esperanzas, podía ver al verdadero 'él'. También al mirarte, supe que si alguna vez decíamos adiós, iba a ser sólo un 'hasta pronto'. Me enamoré de aquellos ojos
color café, que tal vez ya no me miraban a mí, pero al verme aun brillaban un
poco, y eso, para mí, era suficiente. Y aquí estoy otra vez, una noche más sin
poder dormir por culpa de la cafeína, esa, la de sus ojos.
Creí que no volvería a escribir
Pero aquí estoy de nuevo
Volví, querido blog ♥
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