
Cuando mas disfrutaba de esa época me dijeron que era hora de crecer, que había que empezar a aprender a vivir. Como extraño esos momentos en los que era feliz, no había preocupaciones, no se sentían las ausencias, y si bien era un mundo irreal, uno vivía con la sonrisa en el rostro. Las personas a mi alrededor me generaban un mundo fantasioso, donde por sobre todas las cosas estaba la inocencia. Por fin comprendí que hay que crecer, aprender a sufrir, porque la vida hay que pelearla puesto que nunca hay que darse por vencido ante nada.
Por mas que cueste no te rindas.
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