A medida que creces, aprendes que no hay monstruos en el armario, que los malos no son tan malos y los buenos no son tan buenos. Aprendes que no existen príncipes azules, que todos los hombres son unos cabrones y los que son "perfectos" tan solo son cabrones disfrazados. Creerme, he aprendido que los conciertos están para dejarse los pies y la voz, que los besos a escondidas saben mejor, que un baño de agua fría a veces sienta tan bien como uno de agua caliente, que el mundo está plagado de personas geniales y a la vez, también hay personas que no merecen ni ser llamadas personas. También sé que hay personas que ya ni te saludan después haber tenido infinidades de recuerdos juntos, que todo el mundo tiene en alguna red social gente que le cae mal pero que no le borra solo para saber de su vida, que el maquillaje muchas veces hace milagros y que el amor se divide en fases (me gusta, me encanta, le quiero, le amo, le odio, que se muera, indiferencia y olvido). Que la vida no es perfecta y que nadie puede estar feliz todos los días. Que decir "es una larga historia" es sinónimo de "no quiero contártela", que hay canciones que te recuerdan justo eso que intentas olvidar, que algunas amistades no son de las verdaderas, pero sobre todo, lo más importante que he aprendido es que es de valientes sonreír cuando el corazón llora.
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